“Oh, he soñado tanto con el amor. Hace mucho que sueño con él, día y noche, pero mi alma es como un piano de mucho valor que se ha cerrado y cuya llave se ha perdido”

Una familia, compuesta por tres hermanas y un hermano, vive en un pueblo de provincia. Al cumplirse un ano de la muerte del padre, finaliza el duelo y nace la esperanza de regresar pronto a Buenos Aires, donde han pasado su infancia, y empezar una nueva vida. Las hermanas están hastiadas de su situación actual. En el pueblo la presencia de cuadrillas y militares animan ligeramente la existencia de las hermanas con algunas pretensiones amorosas. Sin embargo, estos militares abandonan el pueblo hundiendo las esperanzas de las hermanas, que terminan finalmente conformándose con sus destinos de soledad y un futuro en el que no cabe la felicidad.

Tres Hermanas (y un hermano) es la versión libre que realiza el director de Las Tres Hermanas de A. Chejov, centrándose básicamente en el conflicto original y básico de la obra: la falta de felicidad y la búsqueda de la misma por parte de las hermanas. El mencionado conflicto es un disparador para retratar la vida de una familia en el interior del país, en un contexto melodramático, que se desenvuelve desde un sueño de días mejores, pero pasando por varias dificultades antes de poder conseguir, o no, el anhelado sueño. Como en la mayoría de las obras de Chejov encontramos personas infelices en busca de su felicidad. Un drama impregnado de sutilezas en el que se hace retrato de las angustias, penas, esperanzas e ilusiones frustradas de la vida cotidiana. El director trabaja sobre estos personajes inciertos en un contexto social venido a menos, perdiendo los personajes en cada acto el brillo y el poder, y renunciando a la acción. Desde la puesta en escena se jerarquiza y se hace foco en los trabajos actorales y en los distintos vínculos entre los personajes que representan, con un código de actuación naturalista. Todos los personajes, y en particular las hermanas, están atravesados por la imposibilidad de vivir su presente, de asumirlo y de enfrentarlo. Además, están todo el tiempo con la nostalgia de lo que fue Buenos Aires, de lo que fueron y de lo que podrían ser. En relación con el espacio escénico y la estética, se optó por ubicar la historia a principios de los años 50, (porque es posible encuadrar perfectamente los conflictos que plantea Chejov sin modificarlos) donde hay una exacerbación estética de lo femenino y masculino para aprovechar en la construcción de los personajes, y si bien todavía había ámbitos/roles reservados solo para los hombres, las mujeres podían ya vislumbrar un futuro propio.

Espectáculo seleccionado para el ciclo “Viernes de escénicas" del Foro Cultural Universitario