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16 de octubre de 2019

Ale Sergi:

El cerebro de Miranda! no descansa y toma la velocidad de los Meteoros.

Como si no le alcanzara con ser el compositor principal y el cantante de Miranda!, haber hecho un disco (Choque) junto a Marcelo Moura, ocuparse de la banda sonora del musical Y un día Nico se fue, escribir canciones para otros artistas y participar del programa Elegidos, Ale Sergi sumó una nueva entrada a su currículum: es parte de Meteoros, un supergrupo que completan la cantante mexicana Julieta Venegas, el bajista y productor Cachorro López y el tecladista Didi Gutman. Por ahora sólo se conoce una canción, “Decirnos la verdad”, de un álbum que aparecerá antes de fin de año. “Lo hicimos en veinte días”, cuenta Sergi. “No sabíamos que íbamos a terminar el disco, pero nos juntamos con esa intención. Fue un trabajo arduo, sin parar, hecho en mi estudio y el de Cachorro”. El cantante dice que “hace bastante” que planeaban trabajar juntos, porque siempre colaboraban unos en los discos de otros. El ex Abuelos de la Nada, por ejemplo, fue productor de Miranda!, pero además convoca al cantante para componer temas para discos de otros artistas. “De hecho, así la conocí a Julieta. En su último disco participé en un par de canciones, componiendo con Cachorro”, recuerda. Tal vez hayamos logrado que alguna gente empiece a pensar en el pop de otra manera en la Argentina, cuando siempre se lo catalogó como música prefabricada con cantantes marioneta. ¿Creés que se te valora más cómo cantante, como performer o como compositor? Según en donde. A mí me parece que muchos colegas que saben que compongo un montón, siento que valoran eso. También hay otro montón de gente que ni siquiera se imagina que las canciones de Miranda! las hago yo. Con todo lo que hacés, ¿no sentís que no se te valora lo suficiente? Cuando me muera va a ocurrir (risas). Cuando te morís, la gente se da cuenta de que no estás. Es un poco triste, porque había que tratar de valorar a los artistas cuando están vivos, pero cuando se mueren de repente a todo el mundo le gustan. Bueno, cuando yo me muera todo el mundo se va a dar cuenta de todo lo que hice. Lástima que no voy a estar para disfrutarlo, pero lo pienso de esa manera. No me quejo porque no lo tomo personal, no creo que sea una cosa que ocurra solamente conmigo. No sé, si me voy a poner a preocupar por eso y ponerme a lloriquear… Prefiero hacer un montón de discos. En ese sentido, ¿pensás en términos de obra? Sí, claro. Paso mucho más tiempo en el estudio que en casa. Si bien lo uso para Miranda! y para lo que sea que haga, el estudio es mío; no usé dinero del grupo para comprarlo, lo hice yo. Mi idea es esa: mientras más cosas deje grabadas, más obra dejo. Las grabaciones tienen una vida infinita, no se terminan nunca y caminan solas. Grabás algo y no sabés adónde van a parar. Aparte de que disfruto mucho estar en el estudio trabajando, fantaseo mucho con eso, con el “¿qué podrá pasar con esto?”. ¿Y qué fue lo más insólito que pasó con esa música? Una vez, en las liquidaciones de SADAIC, vi que “Don” me traía... monedas, pero de China. Había sonado allá. ¿En qué momento te acostumbraste a la fama? Cambió mucho todo con la televisión, cuando empezamos a hacer con Juli La Voz Argentina y Elegidos. La televisión es otro mundo, sobre todo a nivel popular. La gente te conoce. Son los que no saben si vos sos el que compone, si tocás algún instrumento. Te ven ahí y te conocen, y a la vez también expresan su amor y son cariñosos, pero es desde otro lugar. Cuando empezamos a hacer eso, vi que la gente nos empezaba a conocer por nuestros propios nombres. Hasta ese entonces, para mucha gente yo era Lolo y Juli era Miranda, era así. Hermoso... Y difiere mucho cuando tenés aire de cuando no. Cuando estás haciendo un programa, te conocen en todos lados. Cuando no, aunque haya pasado un mes, ya baja un poco. El público de la tele se olvida, porque lo que vos les estás dando es bastante menor que lo que creo que damos en el mundo de la música. ¿A ustedes qué les aporta, aparte de plata? No crean que es tanta, ¿eh? Para las figuras sí, pero nosotros no somos protagonistas. Igual no me quejo... Nosotros lo hacemos porque nos divierte y porque nos abre muchísimo el espectro de conciertos. Nos abre un público nuevo que de otra manera tal vez no nos conocería. Desde que empezamos a estar en esos programas, empezamos a vender conciertos en fiestas populares, cosa que antes no hacíamos. Empezamos siendo un grupo más de nicho, si se quiere, pero al arrancar con la tele hubo una súper renovación, vino mucha gente nueva, chicos chiquitos, familias completas. En eso sí que nos sirve mucho, porque podemos ir a tocar a muchas fiestas y compartir escenario con el Chaqueño Palavecino, La Sole, Axel… Hubo un fin de semana que tocamos un sábado con el Chaqueño y al otro con Muse. Está bueno eso, pero no suele ocurrir. ¿Y en cuál te sentiste más a gusto? En los dos. Esa es la gracia que nosotros encontramos: es real que no tenemos prejuicios, no es una postura. Nosotros respetamos a todos los artistas. Obviamente, tal vez yo me sienta más cercano a la propuesta musical de Muse que a la del Chaqueño, pero en absoluto considero que uno sea mejor que el otro. Con esto de la fama, ¿cómo fue para vos el momento en el que empezaste a salir en las revistas de chimentos? Fue un poco bizarro y, honestamente, se me fue completamente de control porque nunca me preocupé por controlarlo. Así como soy abierto con un montón de cosas, lo dejé así. Y aprendí. Tal vez estabas acostumbrado a lidiar con otra clase de periodistas... Exacto. Quedé un poco espantado y decepcionado. Gracias a Dios, yo no necesitaba de esa prensa, pero a la vez soy consciente de que hay muchos artistas o gente del medio que sí la necesita, y los códigos son una mafia. Si no les das la nota, hablan mal de vos. ¿Qué fue lo más ridículo que leíste sobre vos? En esa prensa da la impresión que a cualquiera que hable de cualquier cosa, le dan espacio. Una vez apareció una travesti diciendo que hacíamos trío con mi ex y con ella, y le dieron la nota. ¿Qué es lo que pasa con eso? Si yo salgo y le contesto, es peor: es así como funciona. Si yo no digo nada, se muere, salvo que sea real. Llegaste a que Ricardo Fort opinara sobre vos. Claro, ¡ahí está! Porque después todo el mundo se siente con derecho a hablar... Eso de última también me dio risa, porque en realidad soy fan de Ricardo Fort. Nos encantaba mirar su programa; cuando estábamos de gira y teníamos conciertos en discotecas nos juntábamos a verlo antes de salir. Una vez me empezó a llamar varias veces un asistente de él para ir al programa, pero a la vez yo me lo cruzaba a Ricardo en el gimnasio y no me hablaba. Eso me daba bronca. ¿Por qué me hacía llamar por un asistente si me cruzaba todos los días? En ese ámbito hay gente que actúa de manera muy extraña... ¿Hay un nuevo pop argentino a partir de Miranda!? Desde Tan Biónica a Lali Espósito, es algo que antes no existía. No creo que nosotros hayamos hecho una música muy diferente a la que hacía Adicta o muchos de los grupos de esa camada. Teníamos bastante en común, pero en nuestro discurso nunca nos avergonzamos de ser pop. Muy por el contrario. Tal vez hayamos logrado que alguna gente empiece a pensar en el pop de otra manera en la Argentina, cuando siempre se lo catalogó como música prefabricada con cantantes marioneta. Tal vez, a partir de nuestra consagración se escuchó otro mensaje diferente, porque también a muchos grupos les pasa que les da vergüenza decir que hacen pop. ¿Es verdad que eras fan de Los Redondos e ibas a todos los shows? No, a todos no. Fui a Palladium, cuando adelantaban Oktubre. Se cortó la luz como tres veces, se iban y volvían; tocó de invitado el percusionista de La Sobrecarga y la gente lo bardeaba por gordo. En esa época yo escuchaba todo lo que salía. Los Redondos me gustan y compré todos sus discos hasta Bang! Bang!, después Lobo Suelto y esas cosas ya no me gustan. Los vinilos los vendí en el Parque cuando llegó el CD y la verdad es que me arrepiento, porque además están carísimos. A Palladium fui a ver un montón de cosas. Los vi a ellos, a Casanovas, a Soda Stereo, la presentación de Tango, a Riff… Esa falta de prejuicios la tenés desde siempre, no es de ahora. Sí, desde siempre. Siempre fui bastante open minded con la música, y cada vez más, porque en todos lados podés encontrar algo que te guste, o algo de lo que aprender. Para mí es esa la clave. Escucho toda la música, y no porque toda me encante o me conmueva. Mucha la escucho a nivel documentalista y esponja, como para aprender. Voy con Axel o Agapornis y aprendo, es así. ¿Y a veces saben también para qué lo hago? ¡Para hinchar las pelotas! ¿A los prejuiciosos? Claro. Dejé de ir a ver a Divididos, Las Pelotas y Los Piojos por esa cosa de que la gente canta que “éste se la come, éste se la da”… A mí me mata, me parte el alma, porque estamos retrocediendo. Miren lo que nos pasó: por pelearnos entre nosotros, a los rockeros nos ganó la cumbia. Hay que aprender del hip hop, que se juntaron todos entre sí. Acá no aprendimos y los rockeros están todo el tiempo dividiéndose. Y más te dividís, más chiquito sos. Es una tontera eso.

fuente: silencio.com.ar

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